Hoy se conmemoran 100 años de la muerte de Papá Liborio


Este 27 de junio se cumplen cien años de la muerte del líder mesiánico más importante que ha tenido República Dominicana, Olivorio Mateo Ledesma, más conocido por la mitología popular como Papá Liborio.

Ninguna institución ha recordado la fecha que debió servir muchísimo en la búsqueda de una mayor cohesión alrededor de la identidad cultural dominicana. Una identidad de por sí en franco deslave.

Había nacido en San Juan de la Maguana algún día de 1876. Al morir andaba por los 46 años. Se le consideraba un profeta, un guerrillero y un líder mesiánico lleno de espiritualidad.

Hay quienes lo consideran un héroe nacional. Fue una expresión auténtica de la vida rural dominicana.

Merengues, películas, obras teatrales, novelas, ensayos, crónicas, pero sobre todo la tradición religiosa del país, mantienen vivo a Papá Liborio. Basta con llegar hasta La Agüita de San Juan, donde van los pobres (y un rico más que otro) ha pedirle, y hay quienes pernoctan allí pues viajan desde todo el país.

En 1908 Papá Liborio, que aún no era conocido así, desapareció por unos días supuestamente huyendo de un repentino huracán en El Valle de San Juan y reapareció en un campo de su padre, sentado en actitud de meditación. A partir de ese momento fue conocido también como curandero, ocultista y como líder religioso. Decía que había sido enviado por el mismísimo Dios.

Liborio creó un movimiento social importantísimo en su tiempo.

Actualmente en el santuario de Papá Liborio en fechas como la de hoy seguramente danzan y le cantan portadores de las tradiciones que vienen desde hace 100 años.

Luis Díaz lo eternizó también con su famosa canción donde afirma que «Liborio no come pendejá…».

El periódico El Cable, en su edición del 28 de junio del 1922, publicó una crónica de E. O. Garrido Puello donde reseñó la muerte de Liborio de este modo:

«El 27 de junio de 1922, a las seis a.m., fue asaltado el campamento de Olivorio en «El Hoyo del Infierno», corazón adentro de la Cordillera Central, por un destacamento de la P.N.D. al mando del capitan Williams y el teniente Luna.

El asalto fue precisamente en momentos en que Olivorio celebraba los oficios de su culto, ya con sus mochilas listas para cambiar el campamento de sitio.

En los disparos cruzados resultaron muertos Olivorio, su hijo Eleuterio Mateo y los nombrados Máquina y Pañero, veganos ambos, según informes.

Se ocuparon en el campo 8 revolveres, 3 carabinas 50-70, 250 tiros, 1 sable y el espadín de Olivorio.

El hecho de que se encontraran rastros de sangre por diferentes partes hace presumir que algunos se escaparon heridos, los cuales se están persiguiendo.

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