Tribu amazónica de Brasil patrulla tierras lista para luchar
RESERVA INDÍGENA ALTO RÍO GUAMÁ, Brasil (AP) -. En lo más profundo de la selva del Amazonas, se habla de un inminente conflicto por la tierra.
A veces, los hombres del grupo indígena tembé se untan en pintura de guerra tradicional y patrullan el bosque. Lo hacen con sus arcos y flechas, pero se sienten cada vez más vulnerables mientras se alistan para enfrentarse con madereros ilegales.
La tensión sobre el territorio alcanzó nuevos máximos luego de que una oleada de incendios, que normalmente se emplean para limpiar la tierra, devastó grandes zonas de la Amazonía brasileña en las últimas semanas. Algunos pueblos indígenas de la región denuncian que la deforestación está invadiendo sus tierras y su forma de vida.
El problema es antiguo, pero se está agravando. El 27 de agosto, los tembé, que habían advertido repetidamente a los madereros que se mantuviesen lejos de su reserva, pasaron a la acción.
En un paseo por el bosque, hombres de la aldea Tekohaw vieron a leñadores utilizando motosierras, camiones y tractores para talar y transportar árboles. Los guerreros indígenas grabaron un video. Después intervinieron, dejándolos escapar antes de prender fuego a su maquinaria.
“Destruimos sus máquinas porque ellos han estado destruyendo nuestras vidas por mucho tiempo. Nuestra vida es la selva”, dijo Ronilson Tembé. En una patrulla reciente por la jungla, iba camuflado de pies a cabeza con hojas y llevaba un gran cuerno rojo para avisar a sus compañeros.
Los tembé están orgullosos de su triunfo, pero preocupados por las represalias. La policía está monitoreando los aserraderos improvisados alrededor de sus tierras luego de que el jefe de la aldea Tekohaw presentó reportes de amenazas de muerte.
“Cada día que pasa, la invasión se acerca más a nuestra aldea”, dijo el jefe tribal Sergio Muxi Tembé, vestido con un colorido tocado de plumas de guacamayo y otras aves y un brazalete tradicional de hueso en su muñeca, junto a un reloj digital Casio.
“No queremos que nos maten las balas”, agregó. “Queremos que el gobierno federal asuma su responsabilidad y garantice el derecho que tenemos a vivir en nuestras tierras, a vivir en paz”.
Oficialmente, su territorio de 2.766 kilómetros cuadrados (1.080 millas cuadradas) en Alto Río Guamá está protegido. Pero en la práctica, está siendo asediado por los madereros que tratan de extraer su codiciado producto en un estado brasileño que es uno de los mayores productores y exportadores de madera de la Amazonía.
Como otros estados amazónicos, Pará también se ha visto afectado por miles de incendios que avivaron la preocupación internacional por la mayor selva tropical del mundo, considerada un importante bastión contra el cambio climático.
Un equipo de The Associated Press viajó durante días por la Amazonía para documentar los incendios y la deforestación en la remota reserva indígena, a la que solo puede llegarse por río o por precarios caminos.
Un día reciente, una boa constrictor serpenteaba bajo el sol sobre la carretera de tierra rojiza que lleva a Tekohaw, donde unos 600 miembros de la tribu viven a orillas del Río Gurupí. Sus vidas mezclan tradición y modernidad. Los aldeanos pescan pirañas, cazan pájaros, recolectan frutas y toman ingredientes para medicina tradicional de árboles de la jungla, mientras algunos ven la televisión o entran en internet a través de sus celulares en el interior de sus chozas con techo de paja.
Como en otras partes de Brasil, la estricta aplicación de las leyes ambientales entre 2004 y 2014 frenó notablemente la deforestación. Pero el problema resurgió desde entonces y se agravó a medida que aumentaron los incendios a principios de agosto, según órganos estatales de supervisión.
En un clima de indignación internacional, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, movilizó al ejército para ayudar a sofocar algunos fuegos y prohibió la mayoría de los incendios legales para desmonte en la región durante 60 días.
Sin embargo, antes se había comprometido a aliviar las protecciones sobre las tierras indígenas como una vía para desarrollar la economía brasileña, una promesa que según sus críticos avivó los enfrentamientos.
Bolsonaro cree que la asignación de tierras a los indígenas fue excesivo. Alrededor de un 14% del país es territorio indígena, una gran área para una población relativamente pequeña, según el dirigente.
La semana pasada, el canciller brasileño, Ernesto Araújo, dijo en Washington que la apertura de la Amazonía al desarrollo es “la única forma de proteger la selva”.
Una experta en Brasil apuntó que la situación de los tembé es el resultado directo de la política gubernamental.
“Esto lleva a una situación en la que la anarquía en la región amazónica (...) supone que el modo de vida de los pueblos indígenas está bajo una amenaza real. Y no tienen mucha capacidad para defenderse a sí mismos”, dijo Monica de Bolle, experta en Brasil en el Instituto Peterson para la Economía Internacional.
“Esta es gente que vive de la tierra, que practica la agricultura de subsistencia. Son muy conscientes del medio que les rodea y cómo mantenerlo porque es la forma en la que mantienen su sustento”, añadió de Bolle, quien recientemente declaró ante el Congreso de Estados Unidos sobre la Amazonía.
Human Rights Watch señaló en un reporte esta semana que la deforestación en la Amazonía “está impulsada en gran parte por redes criminales que emplean violencia e intimidación contra aquellos que tratan de pararlos”. Y culpó al gobierno brasileño de fracasar en la protección de la selva y de quienes tratan de conservarla.
Esas redes pueden “coordinar extracciones, procesado y venta de madera a gran escala al tiempo que movilizan a hombres armados para intimidar y, en algunos casos, matar a los que buscan defender el bosque”, agregó HRW, que basó su informe en entrevistas en los estados de Pará, Maranhao y Rondonia.
En el Congreso brasileño, el legislador por Pará Edmilson Rodrigo hizo un llamado para defender a los pueblos indígenas de la Amazonía, incluyendo los tembé.
“Los usurpadores de tierras, los mineros, los madereros han tomado sus tierras y ellos han reaccionado intentando protegerlas”, explicó.
Las mujeres de la tribu tembé dijeron que sus hombres sufrirán bajas si se enfrentan a los madereros, que probablemente tengan armas de fuego. Esperan que un donante internacional pueda proporcionarles chalecos antibalas.
“Nuestros esposos salen a cuidar nuestras tierras, y esta es nuestra única arma”, dijo Anailde Tembé, la esposa del jefe de la tribu, levantando un arco y un fajo de flechas con plumas.
A veces, los hombres del grupo indígena tembé se untan en pintura de guerra tradicional y patrullan el bosque. Lo hacen con sus arcos y flechas, pero se sienten cada vez más vulnerables mientras se alistan para enfrentarse con madereros ilegales.
La tensión sobre el territorio alcanzó nuevos máximos luego de que una oleada de incendios, que normalmente se emplean para limpiar la tierra, devastó grandes zonas de la Amazonía brasileña en las últimas semanas. Algunos pueblos indígenas de la región denuncian que la deforestación está invadiendo sus tierras y su forma de vida.
El problema es antiguo, pero se está agravando. El 27 de agosto, los tembé, que habían advertido repetidamente a los madereros que se mantuviesen lejos de su reserva, pasaron a la acción.
En un paseo por el bosque, hombres de la aldea Tekohaw vieron a leñadores utilizando motosierras, camiones y tractores para talar y transportar árboles. Los guerreros indígenas grabaron un video. Después intervinieron, dejándolos escapar antes de prender fuego a su maquinaria.
“Destruimos sus máquinas porque ellos han estado destruyendo nuestras vidas por mucho tiempo. Nuestra vida es la selva”, dijo Ronilson Tembé. En una patrulla reciente por la jungla, iba camuflado de pies a cabeza con hojas y llevaba un gran cuerno rojo para avisar a sus compañeros.
Los tembé están orgullosos de su triunfo, pero preocupados por las represalias. La policía está monitoreando los aserraderos improvisados alrededor de sus tierras luego de que el jefe de la aldea Tekohaw presentó reportes de amenazas de muerte.
“Cada día que pasa, la invasión se acerca más a nuestra aldea”, dijo el jefe tribal Sergio Muxi Tembé, vestido con un colorido tocado de plumas de guacamayo y otras aves y un brazalete tradicional de hueso en su muñeca, junto a un reloj digital Casio.
“No queremos que nos maten las balas”, agregó. “Queremos que el gobierno federal asuma su responsabilidad y garantice el derecho que tenemos a vivir en nuestras tierras, a vivir en paz”.
Oficialmente, su territorio de 2.766 kilómetros cuadrados (1.080 millas cuadradas) en Alto Río Guamá está protegido. Pero en la práctica, está siendo asediado por los madereros que tratan de extraer su codiciado producto en un estado brasileño que es uno de los mayores productores y exportadores de madera de la Amazonía.
Como otros estados amazónicos, Pará también se ha visto afectado por miles de incendios que avivaron la preocupación internacional por la mayor selva tropical del mundo, considerada un importante bastión contra el cambio climático.
Un equipo de The Associated Press viajó durante días por la Amazonía para documentar los incendios y la deforestación en la remota reserva indígena, a la que solo puede llegarse por río o por precarios caminos.
Un día reciente, una boa constrictor serpenteaba bajo el sol sobre la carretera de tierra rojiza que lleva a Tekohaw, donde unos 600 miembros de la tribu viven a orillas del Río Gurupí. Sus vidas mezclan tradición y modernidad. Los aldeanos pescan pirañas, cazan pájaros, recolectan frutas y toman ingredientes para medicina tradicional de árboles de la jungla, mientras algunos ven la televisión o entran en internet a través de sus celulares en el interior de sus chozas con techo de paja.
Como en otras partes de Brasil, la estricta aplicación de las leyes ambientales entre 2004 y 2014 frenó notablemente la deforestación. Pero el problema resurgió desde entonces y se agravó a medida que aumentaron los incendios a principios de agosto, según órganos estatales de supervisión.
En un clima de indignación internacional, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, movilizó al ejército para ayudar a sofocar algunos fuegos y prohibió la mayoría de los incendios legales para desmonte en la región durante 60 días.
Sin embargo, antes se había comprometido a aliviar las protecciones sobre las tierras indígenas como una vía para desarrollar la economía brasileña, una promesa que según sus críticos avivó los enfrentamientos.
Bolsonaro cree que la asignación de tierras a los indígenas fue excesivo. Alrededor de un 14% del país es territorio indígena, una gran área para una población relativamente pequeña, según el dirigente.
La semana pasada, el canciller brasileño, Ernesto Araújo, dijo en Washington que la apertura de la Amazonía al desarrollo es “la única forma de proteger la selva”.
Una experta en Brasil apuntó que la situación de los tembé es el resultado directo de la política gubernamental.
“Esto lleva a una situación en la que la anarquía en la región amazónica (...) supone que el modo de vida de los pueblos indígenas está bajo una amenaza real. Y no tienen mucha capacidad para defenderse a sí mismos”, dijo Monica de Bolle, experta en Brasil en el Instituto Peterson para la Economía Internacional.
“Esta es gente que vive de la tierra, que practica la agricultura de subsistencia. Son muy conscientes del medio que les rodea y cómo mantenerlo porque es la forma en la que mantienen su sustento”, añadió de Bolle, quien recientemente declaró ante el Congreso de Estados Unidos sobre la Amazonía.
Human Rights Watch señaló en un reporte esta semana que la deforestación en la Amazonía “está impulsada en gran parte por redes criminales que emplean violencia e intimidación contra aquellos que tratan de pararlos”. Y culpó al gobierno brasileño de fracasar en la protección de la selva y de quienes tratan de conservarla.
Esas redes pueden “coordinar extracciones, procesado y venta de madera a gran escala al tiempo que movilizan a hombres armados para intimidar y, en algunos casos, matar a los que buscan defender el bosque”, agregó HRW, que basó su informe en entrevistas en los estados de Pará, Maranhao y Rondonia.
En el Congreso brasileño, el legislador por Pará Edmilson Rodrigo hizo un llamado para defender a los pueblos indígenas de la Amazonía, incluyendo los tembé.
“Los usurpadores de tierras, los mineros, los madereros han tomado sus tierras y ellos han reaccionado intentando protegerlas”, explicó.
Las mujeres de la tribu tembé dijeron que sus hombres sufrirán bajas si se enfrentan a los madereros, que probablemente tengan armas de fuego. Esperan que un donante internacional pueda proporcionarles chalecos antibalas.
“Nuestros esposos salen a cuidar nuestras tierras, y esta es nuestra única arma”, dijo Anailde Tembé, la esposa del jefe de la tribu, levantando un arco y un fajo de flechas con plumas.
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